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miércoles, 16 de octubre de 2013

EL MONASTERIO DE SAN PEDRO DE ARLANZA (BURGOS). SU IMPORTANCIA EN LA HISTORIA DE CASTILLA.
Alfredo Pastor Ugena


(…)El monasterio de San Pedro de Arlanza está considerado como "Cuna de Castilla" y uno de los cenobios más impresionantes que tuvo la España condalAl valor artístico e histórico del cenobio hay que añadir su soberbio emplazamiento en los rocosos y majestuosos cañones excavados en la roca por el río Arlanza, a muy escasa distancia de otro emblemático monasterio, el de Santo Domingo de Silos y de la villa medieval de Covarrubias(…)





            La provincia de Burgos es un territorio ancestral donde se gestaron los orígenes de Castilla. Es un tesoro poseedor de bellísimas muestras del patrimonio artístico y cultural. Sus variadas comarcas están repletas de iglesias, ermitas, monasterios, palacios y demás muestras sobresalientes del arte y la cultura. Todas estas huellas y manifestaciones son el testimonio inequívoco de una historia densa y relevante. Una de estas manifestaciones significativas es el tema que hoy nos ocupa: El monasterio de San Pedro de Arlanza
           


Cantan los viejos romances los orígenes legendarios de este monasterio. En lo alto del espigón rocoso, al otro lado del río Arlanza, se encuentra la ermita de San Pelayo, sobre la cueva en la que andando el joven Fernán González de caza tras un jabalí, se encontró con el santo monje quien le profetiza su victoria sobre los sarracenos. Cumplida la profecía, el Conde fundará en agradecimiento estos piadosos lugares.
            La primera construcción románica fue comenzada en el año 1080. Casi quinientos años más tarde, Simón de Colonia la revistió con las galas del gótico. Algunas partes como la torre- vigía impenitente durante siglos- sobreviven al deterioro.
            Su ubicación-lugar de paso habitual do Fernán González- se presenta ciertamente aislada pero tiene una explicación: en aquellos tiempos de reconquista, las fortalezas próximas de Lara y Carazo eran grandes bastiones castellanos y el monasterio se encuentra situado entre ellas, haciendo de unión al abrigo del cañón del río Arlanza y el bosque de sabinas que le envuelve.
             Así pues, los manantiales del agua, la espesura del bosque, y las propias fortalezas naturales, mantienen a este lugar en un rico paraje paradisíaco protegido y escondido, de difícil acceso. Debemos apostillar que el espacio natural de los sabinares del Arlanza, en tierras de Hortigüela-termino donde se alza el monasterio de San Pedro- se localizan los que se pueden considerar los más extensos y mejor conservados sabinares de todo el planeta. Encontrándose en la comarca del Arlanza, ejemplares de sabina albar que superan los dos mil años de vida.
            En el S.X este monasterio se convirtió en uno de los centros económicos y culturales más importantes de la naciente Castilla, perdurando esta hegemonía durante varios siglos, hasta que cae en desgracia definitiva tras la Desamortización de Mendizábal (1835), marchándose los monjes de este lugar y pasando sus extensas propiedades al Estado, quien las vendió a propietarios privados, acentuándose la decadencia del monasterio y su crisis religiosa, económica, arquitectónica y artística definitiva que pasaría por muchos avatares negativos y situaciones difíciles En la actualidad se está reconstruyendo muy lentamente su configuración definitiva.
            Previo a la construcción del monasterio-como ya hemos indicado- se llevó a cabo la citada ermita-fortaleza de San Pelayo que se levanta en un promontorio cercano. Presenta varias etapas en su construcción: prerrománica, románica, gótica y barroca fundamentalmente. La primera marca y define las etapas posteriores. La planta de la nave responde a los usos habituales de los templos prerrománicos de finales del S.IX: planta rectangular o de salón, levantada con sillería de muros de piedra con aparejo irregular.
            Lo primero que encontramos al entrar al monasterio es su portada renacentista, en la que destacan como elementos decorativos la escena central que alberga una gran escultura de Fernán González montado en su caballo luchando contra los moros por la defensa de estas tierras de Castilla y que podría simbolizar el triunfo en la batalla de Hacinas, la más importante ganada a los sarracenos en la época.
            En el interior nos encontramos con una iglesia románica , iniciada en el año 1080, de estilo basilical, de tres naves y cuatro tramos. La cabecera está compuesta de tres ábsides semicirculares precedidos de un tramo recto. En el exterior el espacio de los ábsides se articula mediante columnas adosadas. Se observan elementos decorativos románicos especialmente de tipo vegetal. A ella está adosada la sacristía y el coro, en el que aún se conservan los nervios de un gran rosetón circular.

 En este templo descansaron, por deseo propio, los restos mortales del conde Fernán González (primer conde independiente de Castilla) y de su esposa Dª Sancha.
            Otras partes importantes del templo  son:
            El torreón , construido a principios del s. XIII denotando su carácter defensivo por su envergadura y porte macizo. El segundo cuerpo está reservado para las campanas. Es de construcción sencilla y está provisto de estrechos y altos ventanales.
            El claustro mayor , de estilo herreriano, construido por Pérez Palacios, discípulo de Herrera, sobre otro claustro románico similar al de Santo Domingo de Silos. A su alrededor se articulaba la vida en la abadía. Aunque en esta parte del monasterio hacían vida los monjes de mayor nivel intelectual, por eso se le denominaba “claustro de los intelectuales”. En el centro del claustro destacaba una esbelta fuente de mármol de estilo incaico que fue llevada en 1933 al Paseo de la Isla, en Burgos. Junto a la puerta que comunica el claustro con la iglesia, contra el muro, se ubicaba la tumba románica de Mudarra, el que fuera hermanastro de los Siete Infantes de Lara, en la actualidad se encuentra en el claustro de la catedral de Burgos.



            La sala capitular ,conocida también como “sala de los tesoros”, es de planta cuadrangular y de estilo románico y alberga tres alturas. En su interior se encontraban grandes riquezas. Aquí se encontraba la biblioteca de la abadía y probablemente el mejor scriptorium del naciente idioma castellano. De aquí salieron excelentes manuscritos que se repartieron por todo el mundo. También había importantes pinturas románicas, conservándose algunas en el Metrpolitan Museo de Nueva York y otros están en el Museo Fogg de la universidad de Harvard.
            El refrectorio era el lugar donde se albergaba la cocina y el comedor de la comunidad con una capacidad para unas doscientas personas. Disponía de un atril desde donde se realizaban lecturas durante la comida. Al fondo del refrectorio se encontraba una pequeña sala donde al parecer la Inquisición realizó encarcelamientos y prácticas de tortura.
            El claustro menor o “claustro de los legos”, también de estilo herreriano, fue alzado junto al claustro mayor y la mayoría de las dependencias monacales. En torno a él hacían vida el resto de la comunidad más dedicada a los trabajos agrícolas y de oficios. En el centro destaca el esbelto “pinsapo”, ejemplar de unos ciento sesenta años, y de gran envergadura, único en la provincia. Este exótico ejemplar fue traído de la sierra de Cádiz, lugar donde abundan estos ejemplares.
            Como curiosidad hemos de señalar que en estas ruinas se rodaron escenas de la película “El bueno, el feo y el malo”, participando en ellas el mismo Clint Easwood.




           




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