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jueves, 17 de octubre de 2013



SEGOVIA, TIERRA DE CULTURAS
Adelina Arranz Aguilera






           
            Este año el XXXV Congreso Nacional de FEPET ha transcurrido por tierras de Segovia, con una alta participación de escritores y periodistas de turismo, con ese propósito de descubrir en la riqueza de  Castilla y León, la singularidad de las tierras segovianas.
            Las sierras de Ayllón, Somosierra y Guadarrama; los puertos de Somosierra, Navacerrada y Guadarrama; los páramos y llanos meseteños al norte, envueltos de una diversidad bioclimática relevante, donde la presencia de pinos robles, hayas, conviven con  la encina y  las zonas  cerealísticas, que tejen los paisajes de trigales, rastrojos y barbechos.
            Tierras de cuño celtibérico, donde las especiales condiciones de sus ríos, como el Eresma hicieron surgir los primeros brotes de vida y los cambios inherentes a todo proceso histórico, que hicieron volver los ojos hacia la roca que domina la ciudad que fue determinante de la posición preeminente otorgada por Roma, visigodos y musulmanes hasta llegar a la Edad Media
            Lugar muy concurrido por Pedro I “El Cruel”, con su palacio en Cuéllar, fueron sus tierras muy estimadas por la dinastía bastarda de los Trastámra, que accede al poder en Castilla, en 1369, tras el asesinato de este monarca por su hermanastro (el futuro Enrique II) en los Campos de Montiel (Ciudad Real).



Estatua de Pedro I

                                                   Palacio de PedroI


            Segovia capital es una ciudad singular situada en la parte meridional de la Comunidad Autónoma de Castilla y León y situada en la confluencia de los ríos Eresma y Clamores, al pie de la sierra de Guadarrama. Desde 1985 su casco histórico y su acueducto fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Esta ciudad alcanzó su máximo esplendor en la Edad Media.
            Los citados monarca Trastámra sintieron un especial afecto por Segovia y residieron grandes temporadas en el Alcázar. En 1425 nace el príncipe D. Enrique a quien su padre le concedió la ciudad en señorío en 1440. El cariño de D. Enrique IV hacia Segovia se materializó en los edificios que sufragó y que hicieron de la ciudad durante aquellos años el centro del mudéjar en Castilla
            Los Reyes Católicos dejaron su impronta en esta capital con dos hechos muy relevantes de su reinado: en esta ciudad, el 12 de diciembre de 1474 se proclamó reina Isabel I de Castilla, (que se encontraba residiendo en esos momentos en el alcázar de esta ciudad esperando acontecimientos), en el atrio de la Iglesia de San Miguel, nada más morir su hermano Enrique IV en los alcázares de Madrid. Acto solemne ejecutado con alzamiento de pendones. Después pasó la princesa a palacio, para recibir el homenaje de los grandes y prelados, besamanos que tuvo lugar en una gran sala y que luego habría de repetirse en días posteriores según iban llegando desde las distintas ciudades del Reino.





            Asimismo el 15 de enero de 1475, en el palacio mayor de las Casas Reales de San Martín, se firmaba el acuerdo para la Gobernación del Reino ,entre Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón más conocido por el nombre de Concordia de Segovia”, que fijaba el reparto de las atribuciones de gobierno a Fernando e Isabel en sus respectivos territorios. Y aquí y entonces se acuñó la leyenda de Tanto Monta, monta tanto, expresión heráldica usado  desde entonces por los Monarcas, erigiéndose el yugo y las flechas como símbolos de su reinado. Permanecerían los Reyes en este palacio hasta el 22 de febrero. La Concordia de Segovia delimitaba las competencias de ambos monarcas respecto del gobierno en Castilla y Aragón. Dicha sentencia arbitral reiteraba los derechos de Isabel como "reina y propietaria de Castilla", concediendo a Fernando plenos poderes que lo equipararían con su esposa, sin perder de vista el objetivo de unir los reinos aludidos (Para mayor información consultar el libro: Isabel I de Castilla “la Católica”y su hijo el Príncipe Juan, cuyo autor es Alfredo Pastor Ugena).


                                                La Virgen de los Reyes Católicos





            Además de estos hechos históricos que engalanan la historia de Segovia, podríamos enumerar muchos más, pero sólo vamos a hacer referencia a la presencia en las tierras segovianas, y en concreto en la capital, de uno de nuestros mejores escritores y poetas: Antonio Machado quien  llega a Segovia el 25 de noviembre de 1919 para ocupar la Cátedra de Francés del Instituto General y Técnico de la ciudad. En este centro impartirá clases hasta 1931. Así reflejaba la prensa local la presencia de este referente de nuestras letras en Segovia:
"Ayer llegó a esta población, con objeto de posesionarse de su cátedra de Francés en el Instituto General y Técnico, para la que recientemente fue nombrado, el vigoroso y culto poeta Antonio Machado, que en hermosas estrofas ha sabido cantar las grandezas de Castilla, de la que es un ferviente enamorado. Enviámosle nuestro más afectuoso saludo, y mucho celebramos que encuentre grata su estancia en esta vieja ciudad castellana, donde seguramente hallará motivos de inspiración el genial poeta".( El Adelantado de Segovia. Jueves 27 de noviembre de 1919).
"Antonio Machado, el poeta de Castilla, vuelve a Castilla, (...) Hoy vuelve a Castilla, viene a Segovia a enseñar francés en nuestro instituto y aquí como en aquella otra ciudad, verterá en sus versos cadenciosos y austeros, las profundas emociones que esta ciudad hermana y este campo fraterno, harán de despertar en el alma castellana de este poeta andaluz. Reciba pues, nuestro más querido poeta el más cordial saludo de LA TIERRA DE SEGOVIA".(La Tierra de Segovia. 27 de noviembre de 1919).
            Segovia es un espacio geográfico de  tierras donde prevalece la pluralidad de culturas. Es, sin duda, muy  rica en huellas de los estilos artísticos más significativo de la Península, entre los que destacan las muestras románicas y mudéjares. Asimismo es de justicia destacar en la capital sus tres monumentos más emblemáticos: el Alcázar, antigua fortaleza militar enclavada entre los ríos Clamores y Eresma; la Catedral, construcción del gótico tardío y denominada “la dama de las catedrales”; y el Acueducto, que con sus imponentes arcos y sus piedras de granito otea la urbe desde hace unos 2000 años y se ha convertido sin duda alguna en símbolo de la ciudad.
            Pero además de estas tres maravillas de la arquitectura, el viajero puede regocijarse de admiración con otras muchas posibilidades no menos atractivas, como fue nuestro caso. En Segovia nos encontramos dispersado uno de los conjuntos románicos más ricos de Europa, tanto civil como eclesiástico. Cabría destacar las iglesias de San Millán, San Martín, la Vera Cruz y San Esteban, con su alta torre dominando las alturas.
            Otras de las grandes joyas de Segovia capital son El monasterio del Parral, de estilo gótico (perteneciente a la orden jerónima, la única puramente española, tan admirada por Isabel “la Católica”); La casa de la moneda; La casa de los picos, conocida por su famosa fachada; La Torre de Hércules; El Torreón de Lozoya; La muralla y sus diferentes puertas de entrada; los palacios, casas señoriales...Siempre nos quedaríamos cortos enumerando todos los rincones de interés de Segovia, y la grandiosidad de la belleza de esta ciudad, paseando por sus  estrechas callejuelas cuajadas de historia y luz.


            En nuestro itinerante recorrido por sus tierras, los miembros de FEPET pudimos visitar: Fuentidueña, Ayllón, Sacramentia y Cuéllar. Como apunte general hay que señalar el nuevo aporte didáctico aplicado al turismo presente en casi todos los lugares que visitamos: la teatralización de los hechos históricos más importantes que han dejado huella en estos lugares.
            Comencemos por destacar nuestra presencia en Cuéllar, villa nobiliaria enclavada en la denominada Tierra de pinares. El patrimonio histórico-artístico de esta zona segoviana es el resultado de una singular y dilatada historia. Y de todos los periodos históricos, seguramente el que ha dejado más y mejores evidencias materiales es la Edad Media, momento en el que tienen su origen muchas de las localidades que constituyen esta comarca.
            Así, en el último tercio del siglo XI, aprovechando un largo periodo de inestabilidad y desintegración en Al-Andalus, se ocupan los territorios situados entre el Duero y la Cordillera Central: la llamada Extremadura castellana. Esta amplia franja se convierte así en una tierra de frontera, al conformar la línea de máximo avance cristiano frente al poder musulmán. Para atraer población a estos espacios, despoblados durante varios siglos y ahora peligrosos, se crea un peculiar modelo de ocupación y organización del territorio basado en la implantación de Comunidades de Villa y Tierra y en el otorgamiento de ciertas libertades a los pobladores de las mismas por parte del poder real. Así, desde el punto de vista jurisdiccional, cada una de las Comunidades posee su propio fuero, que les dota de gran autonomía política y regula su organización económica, fiscal y social; y también cada una tiene como epicentro a la villa, una localidad por lo general amurallada o dotada de alguna fortaleza, de la cual dependen un cierto número de aldeas de su entorno o alfoz (la tierra).
            El proceso de implantación de las Comunidades de Villa y Tierra se verá afianzado tras la conquista de Toledo por Alfonso VI en el año 1085, de manera que en el primer tercio del siglo XII ya podemos hablar un territorio perfectamente organizado y exento de peligro al desaparecer ese carácter fronterizo. Es el momento en el que los pobladores de estas villas y aldeas comienzan a destinar recursos y esfuerzos para la construcción de edificios civiles e iglesias de culto (en pleno apogeo del románico), en algunos casos utilizando la piedra caliza y en otros echando mano de materiales menos costosos como el ladrillo, incluso mezclando ambos en un mismo edificio. Pero, sin duda, es el momento en el que se produce un verdadero mestizaje cultural, al encargar a alarifes musulmanes la ejecución de estos edificios, generando el singular estilo arquitectónico que define a la comarca: el mudéjar,estilo artísitico muy presente en Cuéllar donde destaca.el Centro de Interpretación del Mudéjar, ubicado en la Iglesia de San Martín. A través de un juego de luces, imágenes y sonido se introduce al visitante en las singularidades de este estilo arquitectónico, resultado del mestizaje de las culturas cristiana y musulmana.
            Cómo no destacar además en esta blasonada ciudad espléndidos monumentos como su famoso castillo de los Duques de  Alburquerque (“Don Beltrán de la Cueva y Dª Mencía de Mendoza hija del marqués de Santillana”),el palacio de Pedro I, la muralla medieval o la capilla y hospital de la Magdalena, entre otras muestras de las innumerables huellas que la historia ha dejado en estas tierras de cultura
            En definitiva, como resultado de todos estos avatares históricos, la mayor parte del territorio que conforma hoy día la Tierra de Pinares Segoviana (que es, ante todo, una comarca natural) está compuesto por las localidades que integraban dos de estas antiguas Comunidades de Villa y Tierra: Cuéllar y Fuentidueña-
            ¿Qué decir de Fuentidueña? La belleza de la naturaleza deja su sello en esta histórica y noble vill: un paraíso natural donde el Duratón atraviesa un puente exaltado sobre su curso que forma en estos parajes un estrecho valle.




            Toda la villa está declarada Bien de Interés Cultural, en categoría de conjunto histórico. Éste constituye un fiel testimonio de la evolución de una comunidad humana con un pasado cuajado de hechos históricos y personajes relevantes del que se conservan importantes restos, algunos de ellos declarados de Interés Cultural por méritos propios. Destacamos: las ruinas del castillo y recinto murado ;tres iglesias, la de Santa María, la iglesia arruinada de San Martín y la de San Miguel, las ruinas del Hospital de la Magdalena, ,así como las ruinas de la ermita de Santa Cruz
             Destacar asimismo la capilla del palacio de los Condes de Montijo, sede actualmente de la conocida Posada Real. En la parte superior del recinto amurallado observamos una necrópolis excavada en roca, con sepulturas antropomorfas de cronología medieval. y aunque escasos, podemos observar también interesantes ejemplos de arquitectura popular conjugados, de forma más o menos armoniosa, con escudos, estelas funerarias medievales y restos de portadas también de esta época.
            En Ayllón pudimos asistir desde el tránsito por la belleza de su amplia plaza, a escenas de la historia teatralizada como las sugestivas reacciones del rey Juan II tras la decapitación en Valladolid de su valido don Álvaro de Luna, (quien residió en tiempos en esta localidad), quizás el hombre más importante e intrigante políticamente en su época. El palacio de los Contreras, la citada Plaza Mayor,la Iglesia de San Miguel y de Santa maría la Mayor, ermitas, conventos y otros edificios civiles y eclesiásticos y los parajes naturales, hacen de esta histórica villa, responden al lema local de “Ayllón, historia y arte”.

 Finalmente destacar los grandes valores de la gastronomía segoviana ,ejemplarizada por todos los lugares descritos, como muestra cultural del transcurrir de los tiempos y que presenta una alta gama de muestras y costumbres culinarias, entre las que destacan su asado castellano al horno a elegir entre los exquisitos cordero lechal y cochinillo según preferencias- No menos conocidas y sabrosas son otras recetas tradicionales como la sopa castellana (indispensable en los frios inviernos), judiones de la Granja, truchas de Valsaín, y diversos guisos de caza completados con ricos postres como el delicioso ponche segoviano, de cremoso interior y tostada apariencia. Ciudad de figones y mesones por excelencia, la gastronomía segoviana ha sabido combinar la secular tradición con la necesaria innovación y el buen hacer de sus restaurantes.



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