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domingo, 10 de septiembre de 2023

 

LA GENERACIÓN DEL 1914

Si la llamada generación del 98 inicia una Edad de Plata de la literatura española, el panorama intelectual y cultural español empezó sin duda a cambiar en torno al comienzo de la Primera Guerra Mundial. En ese momento había aparecido ya en el escenario público una nueva generación cuyos rasgos distintivos fueron patentes tanto para la precedente como para ella misma. La voluntad de ruptura con el mundo de la Restauración fue mucho mayor y que, además, se hizo desde la perspectiva de una dedicación profesional y con una proyección colectiva, mientras que la generación anterior estuvo formada por grandes individualistas. Si la vieja generación estuvo formada por periodistas la nueva, en cambio, fue sobre todo de profesores universitarios.

La ocasión a la que, de forma simbólica, se atribuye la condición fundacional de esta nueva generación es la Fundación de la Liga de Educación Política en octubre del año 1913 que fue seguida, meses después, por una conferencia acogida al título Vieja y nueva política

Si España era un problema, Europa -y, con ella, la modernidad o la democracia- era la solución. Esta última evidencia se convirtió en tal precisamente en estos momentos porque los miembros de esta generación, aparte de fundar nuevas instituciones, se beneficiaron de la existencia de otras que habían emergido en el período anterior, como la Junta de Ampliación de Estudios, creada en el año 1907, gracias a la cual varios millares de becarios pudieron formarse en universidades europeas.

En los intelectuales de esta generación la acción dirigida hacia la vida pública de modo colectivo constituyó una obligación ética y una tentación permanente, mientras que en el caso del 98 lo característico fue más bien la insobornable individualidad. Muchos de los miembros de la generación de 1914 actuaron en política partidista, como fue el caso de Azaña

Otros sintieron la vocación de influir en ella o tuvieron sus incursiones para abandonarla después, como fue el caso de Ortega y Gasset

Como en cualquier otro período de la Historia cultural española, cabe encontrar un paralelismo entre la posición de los intelectuales ante la vida pública y la creación literaria o estética.

. En la prosa y en la lírica de Juan Ramón Jiménez se ha apreciado una clave krausista en lo que tiene de aprecio por lo popular y por el paisaje.

La europeidad de esta generación fue perceptible en la aparición de una vanguardia literaria y plástica en un plazo relativamente corto de tiempo. La primera manifestación fue la llamada greguería de Ramón Gómez de la Serna, combinación de humor y metáfora pero caracterizada sobre todo por una voluntad subversiva respecto a cualquier categoría existente. Más adelante, gracias al movimiento conocido como ultraísmo, la poesía se impregnó de estas novedades. De todos modos, la vanguardia no llegó a consolidarse de forma definitiva sino en los años de la guerra mundial o en la inmediata posguerra para difundirse incluso de forma mayoritaria en la década de los veinte entre los medios juveniles. Sin embargo, no se puede excluir del impacto de la vanguardia a las generaciones de mayor edad. El esperpento de Ramón del Valle Inclán une la vanguardia formal a una desgarrada intervención en el terreno de la vida pública.

En cuanto a la vanguardia en artes plásticas, se da la paradoja de que habiendo sido españoles algunas de sus figuras señeras como Pablo Picasso y Juan Gris, más adelante, en la primera posguerra mundial, Joan Miró, y, al final de los veinte, Salvador Dalí, la introducción de las novedades fue un tanto tardía y edulcorada. La primera manifestación de ella fue una vuelta a un cierto clasicismo transformado por el impacto de Cézanne o los fauves. Esta plástica alcanzó una temprana difusión en Cataluña antes de la Primera Guerra Mundial y fue impulsada por Eugeni D'Ors, la figura más señera de la intelectualidad catalana de la segunda generación secular, la cual, a diferencia de lo sucedido en el resto de la Península, llegó a ejercer el poder político. A partir de los años veinte estos artistas -Sunyer, Torres García, Clará...- tuvieron un claro paralelismo en las artes plásticas madrileñas. De todos modos, el gusto español permaneció anclado durante mucho tiempo en fórmulas regionalistas o costumbristas con algunas excepciones, como la catalana o la vasca. En realidad, para hablar de una verdadera vanguardia hay que remitirse al período de la Primera Guerra Mundial, durante el cual se refugiaron en España algunos importantes artistas formados en Francia como Picabia o Delaunay.

De los años de la posguerra data no sólo el neoclasicismo cezanniano sino también el cubismo de Vázquez Díaz. De todos modos, si por algo se caracteriza la exposición que se considera fundacional en el movimiento vanguardista -la de la Sociedad de Artistas Ibéricos en 1925- es por el eclecticismo. Sólo a fines de los veinte hicieron su aparición las primeras muestras del surrealismo.

 

La generación del 19144  tuvo su líder intelectual en José Oretga y Gasset, que acertó a formular muy pronto su programa cultural y político: modernizar España, de acuerdo con el lema "España es el problema, Europa, la solución", donde Europa significa específicamente la ciencia natural y la democracia liberal.

Entre 1913 y 1914 se producen los acontecimientos que van a dar identidad pública a la generación. El 23 de noviembre de 1913 el poeta Juan ramón Jiménez y el mencionado Ortega y Gasset organizaron en Aranjuez un homenaje de desagravio a un literato de la generación del 98 - Azorín - porque a su juicio había sido rechazada injustamente su candidatura para ingresar en la Academia de la Lengua.

Era una excusa de los jóvenes intelectuales españoles para aparecer en público y mostrar ante la sociedad su voluntad de intervenir en los destinos de la nación. Un mes antes comenzó a circular el panfleto de la Liga de Educación Política Española, cuyo ideario será expuesto por Ortega en la conferencia Vieja y nueva política en marzo del año siguiente. En éste texto, el pensador contrapuso las viejas formas del caciquismo y las elecciones amañadas por el Gobierno frente a la nueva política basada en la propuesta de "liberalismo" y "nacionalización";los dos términos con que Ortega resumía su programa regenerador.

A los antes mencionados acontecimientos le sigue la afiliación en masa de sus miembros alPartido Reformista de Melquiades Álvarez (formación de oposición moderada al régimen canovista), así como la fundación de la revista España (órgano de expresión del nuevo grupo). Significativamente, esta publicación fue fundada, y dirigida en su primer año, por Ortega, al que sucedieron como directores otros miembros del grupo, como Luis Araquistáin y Manuel Azaña.

A diferencia de los modernistas y los noventayochistas, en la generacion de 14 no solo hay literatos y artistas; también hay juristas, filósofos, científicos, y varios polígrafos (intelectuales que tienen la capacidad de hacer aportaciones sobre múltiples especialidades). Los llamados novísimos se distinguieron por su potente formación intelectual, mucho más intensa e internacional que los anteriores creadores españoles; la mayoría estudiaron en el extranjero y muchos fueron catedráticos de universidad. Su voluntad de ejercer de agentes del cambio sociopolítico y generar idearios nuevos motivó que se dedicaran más al periodismo que los itelectuales que les precedieron.

Otro rasgo característico de la generación del catorce fue su importante dedicación a la política; más aún que sus predecesores de la Generación del 98. Ocuparon durante la Segunda República cargos en el gobierno, actas de diputados, embajadas y cargos en organismos internacionales.

Es sabido que los límites de una generación son borrosos. Para la generación 14 se establece el de los nacidos en la década de los ochenta, que cumplen en torno a treinta años hacia 1914.

En la generación del 14 predominaron los ensayistas con distintas formaciones y dedicaciones: los juristas Fernando de los Ríos (1879-1949) y Manuel Azaña (1880-1940); los filósofos José Ortega y Gasset (1883-1955), Eugenio D´ors (1882-1952) y Manuel García Morente(1886-1942); el historiador Américo Castro (1885 - 1972) y los polígrafos Salvador de Madariaga (1886-1978) y José Moreno Villa (1887-1955);

Un segundo colectivo fue el formado por los científicos: el médico Gregorio Marañón (1887-1958), el matematico Julio Rey Pastor (1888-1962), el físico Blas Cabrera (1878-1945), el médico o científico Gustavo Pittaluga (1876-1956).

Un tercer grupo se dedicaron intensamente al periodismo, pero tenían como orígen o dedicación principal la literatura: Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), Ramón Pérez de Ayala (1880-1962) y Luis Araquistáin (1886-1959). Singular es el caso de Juan Ramón Jiménez (1881-1958) - inciador del grupo - que se dedicó preferentemente a la poesía, participando muy poco del debate público de las ideas.

Finalmente, un cuarto orígen de su miembros eran las artes: los pintores Pablo Picasso (1881-1972), Daniel Vázquez Díaz (1882-1969),Benjamín Palencia (1894-1980), Juan Gris (1887-1927) y el dibujante Luís Bagaría (1882-1940), entre otros.

En su conjunto, formaron el grupo de creadores más importante de la historia del pensamiento español .

Lo más característico de la generación española del catorce es haber tenido un programa constructivo de cara al futuro, partiendo del convencimiento de que España se puede reformar gracias a la inteligencia, al esfuerzo y a la creación de instituciones adecuadas. Rompieron con el pesimismo nihilista de la generación del 98, aunque no con sus logros estéticos y su espíritu crítico, afianzando algunas de las instituciones que ya se habían creado como la Residencia de Estudiantes, la Junta para Ampliación de Estudios o las reformas a fondo que se llevaron a cabo en la universidad pública como el plan de estudios de las facultades de filosofía y letras de Madrid y Barcelona (Plan Morente).

A ello hay que añadir la creación de medios de comunicación: diarios Fundadores de El Sol en la redaccióncomo El Sol, Crisol, revistas (Revista de Occidente, Índice, Leviatán, La Pluma, Prometeo) y editoriales (Calpe, la editorial de Revista de Occidente). Como hombres muy pendientes de las novedades, supieron aprovechar los avances técnicos, prestando atención prestada a los nuevos medios de comunicación como la radio y el cinematógrafo.Puede decirse que tuvieron éxito en lo cultural y, en general, en llevar a cabo el proyecto demodernización del país en el orden económico, industrial, etc., aunque fracasaron en lo político al no haber sido posible su proyecto de realizar la reforma de la monarquía de Alfonso XIII.

Los intelectuales del catorce argumentaron y lideraron la lucha contra la Dictadura.

Así, la generación 14 tuvo un papel protagonista en la instauración de la Segunda República.

Manuel Menéndez Alzamora

En la primavera y el verano de 1898 España se agita en convulsión extrema: el 14 de julio los norteamericanos entran en Manila y el 17 de julio se rinde Cuba. Por vez primera los intelectuales hablan con nombre y voz propia para exhibir una trágica palabra: Desastre. Los nuevos protagonistas intelectuales convierten en emblema generacional una idea: la regeneración pasa por Europa. Ábranse las ventanas, clama Unamuno. Las pensiones de la Junta para Ampliación de Estudios llevan a las universidades europeas a una élite juvenil que de vuelta importará las vanguardias del conocimiento y el avance de los últimos saberes. La política en este nuevo escenario es entendida como pedagogía política y la prensa Sé convierte en el lugar preeminente de la acción política: Faro, Europa y España son los principales órganos de intervención periodística de la Generación entre 1907 y 1915. Este ensayo profundiza en los orígenes políticos de la Generación del 14 y explica cómo cobra vida en las páginas de la prensa una aventura intelectual, colectiva y política en los últimos momentos de la Restauración y en los albores de la Segunda República. Aunque la aventura generacional se cierra para siempre en el verano de 1936, tanto el sueño de una democratización cultural y cívica como la idea de una política en la que los valores fundamentan los actos resuenan con ecos plenos de vigencia.

Generación de 1914

 

José Ortega y Gasset.

Generación de 1914 es una etiqueta historiográfica que designa a un grupo generacional de escritores españoles intermedio entre las generaciones de 1898 y de 1927. El término fue acuñado por Lorenzo Luzuriaga, pedagogo y miembro de la Liga de Educación Política, en un artículo de 1947 donde reseña las Obras Completas de José Ortega y Gasset. Eligió ese año por ser en el que apareció el primer libro importante de Ortega (Meditaciones del Quijote) quien, también en el mismo año, se confirmó como un intelectual con gran presencia pública gracias a su conferencia sobre Vieja y nueva política.1 El indiscutible prestigio del filósofo hace que se la denomine también generación de Ortega.

 

A ella pertenecerían los nacidos en torno a 1880 y que comenzaron su actividad literaria ya en el siglo XX, alcanzando su madurez en los años próximos a 1914. Entre ellos se cuentan, además de Ortega, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Gustavo Pittaluga, Manuel Azaña y Gregorio Marañón;2 y desde planteamientos estéticos distintos, pero en ciertos puntos comparables, el poeta Juan Ramón Jiménez y el inclasificable vanguardista Ramón Gómez de la Serna. También se les conoce como novecentistas o generación del novecientos, por su coincidencia con el movimiento que Eugeni d'Ors, desde Cataluña, definió como noucentisme. Es característico en la mayor parte de ellos la elección del ensayo y del artículo periodístico como vehículo esencial de expresión y comunicación.

 

El acontecimiento más relevante de 1914, el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), fue especialmente significativo para esta generación, a pesar de no marcarla de manera tan decisiva como a las equivalentes de los países que sí intervinieron militarmente y que no suelen designarse como generación de 1914, sino con otros términos —como lost generation,3 generation du feu4 —. La neutralidad de España en este conflicto trajo consecuencias sociales, políticas y económicas (crisis de 1917) y en el plano intelectual desencadenó la división entre los partidarios de las potencias centrales (germanófilos) y los de sus enemigos (francófilos y anglófilos). Este debate vino a prolongar la anterior polémica entre españolizar Europa o europeizar España mantenida especialmente por Unamuno y Ortega y que se conoce por el lema unamuniano ¡Que inventen ellos!; y la existente entre el regeneracionismo y el casticismo, de raíces aún más antiguas.

 

En gran medida son comunes a las del grupo noucentista (véase Novecentismo#Características).

 

Racionalismo y sistematización. Frente a la generación anterior, del 98, autodidacta y anarquizante, e influida por corrientes filosóficas irracionalistas o vitalistas; los miembros de la generación del 14 se caracterizan por su sólida formación intelectual y por la sistematización de sus propuestas.

Frente al ruralismo de la generación de 1898 (que buscaba en el paisaje y el paisanaje, especialmente el de Castilla, la esencia de lo español), la atención se vuelve hacia la ciudad y los valores urbanos (civiles y civilizadores).

Europeísmo y concepto de España. Se sienten atraídos por la cultura europea y analizan los problemas de España desde esa nueva perspectiva. Su propuesta consiste en modernizar intelectualmente el país. Desde ese punto de vista, sus aportaciones al llamado debate sobre el Ser de España van en un sentido distinto al de la generación precedente (generación de 1898), aunque no hubo una postura generacional común; ni siquiera entre los que formaron parte de la Agrupación al Servicio de la República (Marañón, Pérez de Ayala y Ortega) con los que se implicaron en el gobierno de ésta (Azaña), y sobre todo después de la Guerra Civil Española, en que los debates mantedidos durante el exilio republicano caracterizaron la actividad intelectual de personalidades como Américo Castro y Claudio Sánchez Albornoz.

Activismo transformador y búsqueda del poder. Incorporación a la vida activa y oficial para aprovechar los resortes del poder en la transformación del país. Consideran que su propuesta de cambio no puede limitarse a quedar expuesta en sus escritos, sino que debe realizarse desde el poder. De ahí que participen activamente en la vida política y social de España.

Intelectualismo. El rechazo del sentimentalismo y de la exaltación personal les lleva al análisis racional del arte, incluso en poesía.

Esteticismo y deshumanización del arte (expresión acuñada por Ortega en el título de uno de sus ensayos, de 1925). Ese arte deshumanizado que para Ortega es el arte moderno no alude precisamente al de comienzos de siglo sino al de las vanguardias del periodo de entreguerras; un arte puro o arte por el arte que en literatura produce la denominada poesía pura. Que el arte haya de perseguir como finalidad única el placer estético no era una idea nueva, encontrándose ya en el parnasianismo francés del siglo XIX.

Clasicismo. Los modelos clásicos, griegos y latinos, se imponen de nuevo y la serenidad se convierte en factor estético dominante.

Formalismo (preocupación por la forma). Su estética tiene como principal objetivo la obra bien hecha. Ese anhelo conduce a la depuración máxima del lenguaje, a la perfección en las formas y a un arte para minorías.

Elitismo, consecuencia de lo anterior.

Concepto de vanguardia estética, intelectual y social: el cambio ha de venir desde arriba, desde una minoría (Juan Ramón Jiménez hizo famosa su dedicatoria a la minoría, siempre), lo que justifica la opción por una literatura difícil, para minorías, elitista e incluso evasiva (es decir, una separación entre vida y literatura que evada al artista de la realidad, encerrándolo en una torre de marfil5 -el mismo Juan Ramón procuraba abstraerse de toda influencia externa, incluso sensorial, encerrándose físicamente para crear-6 ); pero también produce otra opción: la de proyectar ese cambio estético en una transmutación de la sensibilidad de la mayoría, que mejore la percepción y el acceso de las masas hacia la cultura y la ciencia. La relación con las masas mantuvo por tanto una difícil dialéctica, presente en la obra de Ortega (La rebelión de las masas, su famoso No es esto, no es esto,7 ante la no coincidencia de sus proyectos ilustrados y la realidad de la Segunda República). Las ideas no eran estrictamente nuevas, y provenía del krausismo y la Institución Libre de Enseñanza; y tampoco se restringieron al noucentisme o a la generación del 14. De hecho, su realización efectiva correspondió a los jóvenes de las generaciones siguiente (la del 27, con las Misiones Pedagógicas y La Barraca, en el contexto de la Segunda República; y la generación de 1936, en el contexto trágico de la Guerra Civil y la simultánea revolución social -Miguel Hernández-). La poesía social de la posguerra invirtió el lema juanramoniano y dedicaba su obra a la inmensa mayoría (Blas de Otero, 1955). Si el modernismo había vivido, sobre todo, la crisis ideológica, los hombres de la generación del 14 vivirán la crisis socio-política.

Nómina[editar]

Forman parte de la generación de 1914 los ensayistas José Ortega y Gasset, Eugenio d'Ors, Manuel Azaña, Gregorio Marañón, Gustavo Pittaluga, Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez Albornoz, Américo Castro, Manuel García Morente, Rafael Cansinos Assens, Ramón de Basterra, Corpus Barga y Pablo de Azcárate; los novelistas Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Benjamín Jarnés, Wenceslao Fernández Flórez y Félix Urabayen; el dramaturgo Jacinto Grau; los poetas Juan Ramón Jiménez y Josep Carner; o el polifacético Ramón Gómez de la Serna.

 

Hay una notable presencia de mujeres en la generación, que contó con las primeras que pudieron tener una formación universitaria, como María Goyri (ensombrecida por la figura de su marido, Ramón Menéndez Pidal), Zenobia Camprubí (con un destino semejante, junto a su compañero Juan Ramón), la pedagoga María de Maeztu o las feministas paradójicamente enfrentadas Clara Campoamor y Victoria Kent. Otras destacarían entre los discípulos de Ortega, especialmente María Zambrano; aunque el propio Ortega, con una expresión muy significativa, atribuía a una mujer de una generación anterior, Matilde Padrón, la condición de ser la mujer más inteligente que había conocido.8

 

Véase también: Historia de la ciencia y la tecnología en España#La incorporación de la mujer a las instituciones culturales españolas del siglo XIX

La integración de muchos autores en una u otra generación no es muy evidente. Algunos, como José Bergamín, están más cercanos generacionalmente al 27 pero a veces se clasifican dentro de la generación de los ensayistas; mientras que otros, como León Felipe, aun estando cercanos en edad al grupo del 14, a veces se clasifican dentro de la generación de los poetas.

 

Mientras que el noucentisme, tal como lo definió D'Ors, tiene una explícita manifestación en las artes plásticas (el denominado mediterraneísmo); la generación del 14 no define a un grupo de artistas con una identidad concreta, más allá de un genérico vanguardismo o un cierto eclecticismo, manifestado en la exposición fundacional en el movimiento vanguardista en España: la de la Sociedad de Artistas Ibéricos en 1925.9 Aunque por edad correspondería incluir en esta generación a Pablo Ruiz Picasso (nacido en 1881), su trayectoria artística supera con mucho cualquier encuadramiento. El panorama artístico de las dos primeras décadas del siglo estuvo presidido por pintores procedentes del siglo anterior (Ramón Casas, Anglada Camarasa, Sorolla y Zuloaga); coetáneos de los literatos del 14 fueron los pintores Juan Gris, Daniel Vázquez Díaz y José Gutiérrez Solana (unos años mayores, menos vanguardistas, pero de mucho más éxito en la época, Julio Romero de Torres y Josep Maria Sert), así como los escultores Josep Clarà, Julio González y Pablo Gargallo. Artistas de mayor proyección pertenecerán a la siguiente generación, ya influida por el surrealismo (Dalí, Miró).

 

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